Un
frío 6 de Marzo. La fecha exacta resultó ser algo irrelevante, algo tan
sumamente poco importante que todo el mundo logró olvidarlo. Sería algo sin
duda placentero decir que lo olvidaron porque los sucesos fueron normales,
monótonos y poco llamativos, pero no fue así. Lo olvidaron porque así Hannibal
quiso. Porque así el Bughuul lo deseó.
El calor
había logrado matar a un tercio de la población y a grandes cosechas… En un
lugar de clima glacial como Noruega es una verdadera masacre que se llegue a
los 40 grados de golpe, del día a la mañana. Tres días. Tres días seguidos que
advirtieron la llegada del íncubo. La noche en la que finalmente Sebastian pisó
la Tierra el
calor era tan sumamente insoportable que la visión de las personas se nublaba
continuamente y llegaba a formar grandes oasis y espejismos en mitad de la
nada.
Sebastian,
la primera vez que pisó la
Tierra, tenía cuerpo de niño de seis años. Nunca fue un bebé,
al menos nunca lo fue sobre la
Tierra, ¿quién sabe si lo fue bajo ella?
Sentía el
cuerpo pesado, dolorido, molido, ¿Cómo no sentirlo de tal forma? Dios le había
abandonado, le había despreciado y no le había dado siquiera oportunidad de
arrepentirse de sus atrocidades cometidas. El sabor de un ente maligna tan
saboteada fue lo que le llamó la atención a quien en un futuro se hizo llamar
“padre”.
No
preguntó, solo aceptó entre esos malos augurios quedarse con él y tomar
venganza a su manera. Pero todo puede cambiar en una cabeza pensante como la de
un demonio puro.
Los
habitantes olvidaron, se preguntaron que es lo que había ocurrido pero no
hallaron respuesta alguna…
Sebastian no tardó en
ser abandonado por Hannibal, a su suerte… y sin darse a penas cuenta, dio
gracias cuando se topó con James, quien le cuidó como a un verdadero hermano
mayor desde los seis años de edad hasta los dieciocho.
A los dieciocho algo
les hizo distanciarse; nunca supo el verdadero motivo, o mejor dicho, nunca
quiso saberlo… Cogió las pocas cosas que deseaba conservar y se marchó lejos
del que había sido su hermano durante largo tiempo, tras una despedida seria,
serena, en la que el dolor y la rabia eran el sentimiento escondido.
Viajó a París durante
un largo tiempo y se paró a observar la forma de vivir el arte en aquella
curiosa ciudad. Allí conoció a Ritha, quien logró animar a su manera, a
Sebastian, y resultó un buen apoyo.
En medio de una
disputa cargada de emociones ocultas y sonrisas en labios apretados, dentro del
museo del Louvre, se toparon con quien fue el encargado de romper la paz entre
los dos; Hannibal volvió con el fin de separar ese extraño y fuerte lazo que
había sobrepasado la amistad entre los dos demonios; les confesó de que ambos
eran hermanos.
Fue otro motivo por
el cual odió profundamente al Buguhuul, por haberle “robado” a Ritha. Desde
entonces su relación se distanció y pasó a ser una relación en segundo plano.
Volvió a sentirse
solo, y logró soportarlo durante largo tiempo cuando se fue a España a vivir, a
Galicia. Trabajó en el ejército durante cinco años largos. Luchó como guerrero, a muerte, y
aprovechó esos instantes en los que la sangre derramada era saludable ante la
causa. Un día el íncubo sintió unas fuertes ganas de
esa compañía que James le proporcionó durante tanto tiempo y volvió a Noruega,
donde sabía que él se encontraría.
No fue complicado dar
con James, el único pequeño obstáculo que encontró fue que no se encontraba
solo.
Ginger
se había unido a la causa, como una hermana más, y comenzaron a
vivir juntos en Bergen.
Reencuentros. Ritha
volvió a dar señales de vida; y no vino sola. Trajo al último y más… “pequeño”
miembro de la familia; Búa-Boo.
Bergen ya
no era un buen lugar para vivir después de que se hiciese más grande el grupo y
que todos se unieran a esa especie de aquelarre que finalmente adoptó el nombre
de “familia”.
Decidieron
marchar a un lugar más solitario y separado de la vida humana. Hedmark se
convirtió en el lugar idóneo; una pequeña casa escondida a las afueras del
pueblo, rodeada de espesos árboles e incluso del río.
Hubo un
tiempo en el que Sebastian se dejó llevar por su instinto (alterado por la
actitud de Ritha) y tuvo que ser frenado
por James.
Ante la llegada de
Búa-Boo, Sebastian se vio obligado a marchar de Noruega para alejarse de las costumbres de la niña, la
nueva integrante de la familia. Visitó raros países, raros lugares, sobretodo
lugares llamados “pilares del arte” aprovechando la situación.
Pero
terminó volviendo a casa, en Hedmark, al darse cuenta de que lo que había hecho
había sido dejarse vencer por ésta. Durante un tiempo la odió, pero no
demasiado tarde descubrió que no todo es lo que parecía con ella.
Hannibal… ahora ha
vuelto, y ha hecho que la vida de cada uno de sus hijos cambie por completo.
Incluso James parece
haberse acoplado algo más a la familia, cuando normalmente a penas se acerca a
ella.
Actualmente
posee un taller en Lillehammer, en la calle Storgata, número 23, donde ejerce
su actual profesión. Arregla muñecas, juguetes, instrumentos, y talla figuras
de madera. De vez en cuando pasa temporadas viviendo en el taller para
despejarse de todo lo que ocurre en su casa.
(*)Sebastian
puede trabajar en el sector servicios con empleos a corto plazo como:
sirviente, camarero, chófer…
Pero lo
que realmente desea es aprovechar la carrera de psicología y crear una consulta
propia. Eso le ayudaría a estar más cerca de esos humanos que tanto le llaman
la atención.
También se
gana algo de dinero de vez en cuando como barbero o limpiador de zapatos,
añadiendo pequeños hobbies que disfruta: arreglando muñecas, juguetes, incluso
algún instrumento... y tallando figuras de madera. (*)
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