viernes, 2 de agosto de 2013

+ || Historia.






 Un frío 6 de Marzo. La fecha exacta resultó ser algo irrelevante, algo tan sumamente poco importante que todo el mundo logró olvidarlo. Sería algo sin duda placentero decir que lo olvidaron porque los sucesos fueron normales, monótonos y poco llamativos, pero no fue así. Lo olvidaron porque así Hannibal quiso. Porque así el Bughuul lo deseó.

El calor había logrado matar a un tercio de la población y a grandes cosechas… En un lugar de clima glacial como Noruega es una verdadera masacre que se llegue a los 40 grados de golpe, del día a la mañana. Tres días. Tres días seguidos que advirtieron la llegada del íncubo. La noche en la que finalmente Sebastian pisó la Tierra el calor era tan sumamente insoportable que la visión de las personas se nublaba continuamente y llegaba a formar grandes oasis y espejismos en mitad de la nada.

Sebastian, la primera vez que pisó la Tierra, tenía cuerpo de niño de seis años. Nunca fue un bebé, al menos nunca lo fue sobre la Tierra, ¿quién sabe si lo fue bajo ella?
Sentía el cuerpo pesado, dolorido, molido, ¿Cómo no sentirlo de tal forma? Dios le había abandonado, le había despreciado y no le había dado siquiera oportunidad de arrepentirse de sus atrocidades cometidas. El sabor de un ente maligna tan saboteada fue lo que le llamó la atención a quien en un futuro se hizo llamar “padre”.

No preguntó, solo aceptó entre esos malos augurios quedarse con él y tomar venganza a su manera. Pero todo puede cambiar en una cabeza pensante como la de un demonio puro.

Los habitantes olvidaron, se preguntaron que es lo que había ocurrido pero no hallaron respuesta alguna…

Sebastian no tardó en ser abandonado por Hannibal, a su suerte… y sin darse a penas cuenta, dio gracias cuando se topó con James, quien le cuidó como a un verdadero hermano mayor desde los seis años de edad hasta los dieciocho.

A los dieciocho algo les hizo distanciarse; nunca supo el verdadero motivo, o mejor dicho, nunca quiso saberlo… Cogió las pocas cosas que deseaba conservar y se marchó lejos del que había sido su hermano durante largo tiempo, tras una despedida seria, serena, en la que el dolor y la rabia eran el sentimiento escondido.

Viajó a París durante un largo tiempo y se paró a observar la forma de vivir el arte en aquella curiosa ciudad. Allí conoció a Ritha, quien logró animar a su manera, a Sebastian, y resultó un buen apoyo.

En medio de una disputa cargada de emociones ocultas y sonrisas en labios apretados, dentro del museo del Louvre, se toparon con quien fue el encargado de romper la paz entre los dos; Hannibal volvió con el fin de separar ese extraño y fuerte lazo que había sobrepasado la amistad entre los dos demonios; les confesó de que ambos eran hermanos.
Fue otro motivo por el cual odió profundamente al Buguhuul, por haberle “robado” a Ritha. Desde entonces su relación se distanció y pasó a ser una relación en segundo plano.

Volvió a sentirse solo, y logró soportarlo durante largo tiempo cuando se fue a España a vivir, a Galicia. Trabajó en el ejército durante cinco años largos. Luchó como guerrero, a muerte, y aprovechó esos instantes en los que la sangre derramada era saludable ante la causa.  Un día el íncubo sintió unas fuertes ganas de esa compañía que James le proporcionó durante tanto tiempo y volvió a Noruega, donde sabía que él se encontraría.

No fue complicado dar con James, el único pequeño obstáculo que encontró fue que no se encontraba solo.

Ginger  se había unido a la causa, como una hermana más, y comenzaron a vivir juntos en Bergen.

Reencuentros. Ritha volvió a dar señales de vida; y no vino sola. Trajo al último y más… “pequeño” miembro de la familia; Búa-Boo.

Bergen ya no era un buen lugar para vivir después de que se hiciese más grande el grupo y que todos se unieran a esa especie de aquelarre que finalmente adoptó el nombre de “familia”.
Decidieron marchar a un lugar más solitario y separado de la vida humana. Hedmark se convirtió en el lugar idóneo; una pequeña casa escondida a las afueras del pueblo, rodeada de espesos árboles e incluso del río.

Hubo un tiempo en el que Sebastian se dejó llevar por su instinto (alterado por la actitud de Ritha)  y tuvo que ser frenado por James.

Ante la llegada de Búa-Boo, Sebastian se vio obligado a marchar de Noruega para alejarse de las costumbres de la niña, la nueva integrante de la familia. Visitó raros países, raros lugares, sobretodo lugares llamados “pilares del arte” aprovechando la situación.
Pero terminó volviendo a casa, en Hedmark, al darse cuenta de que lo que había hecho había sido dejarse vencer por ésta. Durante un tiempo la odió, pero no demasiado tarde descubrió que no todo es lo que parecía con ella.

Hannibal… ahora ha vuelto, y ha hecho que la vida de cada uno de sus hijos cambie por completo.
Incluso James parece haberse acoplado algo más a la familia, cuando normalmente a penas se acerca a ella.

Actualmente posee un taller en Lillehammer, en la calle Storgata, número 23, donde ejerce su actual profesión. Arregla muñecas, juguetes, instrumentos, y talla figuras de madera. De vez en cuando pasa temporadas viviendo en el taller para despejarse de todo lo que ocurre en su casa.

(*)Sebastian puede trabajar en el sector servicios con empleos a corto plazo como: sirviente, camarero, chófer…
Pero lo que realmente desea es aprovechar la carrera de psicología y crear una consulta propia. Eso le ayudaría a estar más cerca de esos humanos que tanto le llaman la atención.
También se gana algo de dinero de vez en cuando como barbero o limpiador de zapatos, añadiendo pequeños hobbies que disfruta: arreglando muñecas, juguetes, incluso algún instrumento... y tallando figuras de madera. (*)

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