viernes, 16 de agosto de 2013

+ || Comienzan las despedidas, la muerte de Sigrid.

La noticia llegó a Sebastian de una manera imprevista, pero sobretodo, brusca. Hannibal fue el encargado de soltarla de sopetón, sin tacto, ni palabras suaves de consuelo... Solo como algo que Sebastian debía conocer.
Nunca llegaba a saber como, pero el buguhuul siempre estaba al tanto de todas las cosas que podrían afectar de una manera u otra a sus hijos, y esta vez no fue algo menor.

"Sigrid Höhner se ha suicidado". Fue lo único que mencionó antes de marchar de nuevo, dejando a Sebastian con gesto impasible.

Esa noche lo que el íncubo hizo fue escribir una carta que más tarde los hermanos de la fallecida seguramente leerían.
Al principio, el objetivo de esa carta era el guardarla en el teatro donde Sigrid actuaba, pero no le dio más vueltas cuando la idea de simplemente entregarla a sus familiares de una manera indirecta y que ellos hicieran lo que quisieran con ella.

"Sería bello que se la entregaran, que descansara con ella..." Pero Sebastian no sabía que es lo que harían con el cadáver.

Tras terminar de escribir la carta bajó al salón y, entretenido gracias a una copa de coñac, logró tallar una bella mujer con gestos hoscos y fieros, recordando así a Hipólita, el papel que la joven interpretaba y quiso ver pero nunca llegó a hacerlo.



No quiso descansar esa noche, pues un extraño sentimiento de pesar, muy humano, se negaba a dejarle en paz.

Cuando la mañana surgió, Sebastian acudió a la ya conocida casa de los Höhner y metió la carta en el buzón. No deseaba darles el pésame por el momento, siquiera a Anne, a la que más conocía de los familiares... Pues el mal sentimiento reciente y seguramente la rabia por lo ocurrido, serían aún muy fuertes y dolorosos.

Por lo tanto, tras dejar la carta en el buzón, con el destinatario de la propia Sigrid, volvió a su hogar y de nuevo retomó su vida.

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